martes, 28 de marzo de 2017

¿Qué es la Sociedad Primordial?



¿Qué es la Sociedad Primordial?
Recibimos la pregunta de David C. de España: “He leído muchas veces en vuestros escritos la referencia a una “sociedad primordial” y a una edad de oro de la humanidad, pero no alcanzo a entender cómo puede concordar esto con la idea de un hombre primitivo. ¿Qué es exactamente esa sociedad primordial?”
La Tradición Perenne nos habla de una Edad de Oro, de una humanidad primordial indisolublemente ligada a los dioses, viviendo en armonía con la naturaleza y sus semejantes.
La hipótesis de los esoteristas, tomada de los mitos universales, incluye una sociedad primordial, con una lengua primigenia, bautizada por las vertientes judeo-cristianas como “lingua adamica”, es decir un medio de comunicación originario que –de acuerdo con las fuentes bíblicas– se habría perdido con la confusión de lenguas en Babel.
Esta comunidad arcaica (común unidad humana o sociedad primordial) congregada en torno al “axis mundi” (1) es la cuna de las antiguas escuelas mistéricas congregadas en torno a una Doctrina-Madre, y en ella pueden encontrarse las raíces de todas las tradiciones religiosas. Todas las mitologías nos remiten a esta época esplendorosa, dorada y primordial.
Este centro primigenio, anterior a Grecia, Egipto, Atlántida y Lemuria, muchas veces se denomina “Hiperbórea” y se relaciona con las dos primeras razas-raíces que cita la Teosofía Blavatskiana, las cuales no tenían manifestación física. Por esta razón, es vana la labor de los historiadores y arqueólogos para encontrar vestigios del esplendor hiperbóreo. Al no existir restos materiales ni fuentes originales escritas, tampoco es posible hablar de “historia” y en ocasiones, al referirnos a esta época primordial es preferible hablar de algo “supra-histórico”, aunque tampoco sería errado considerarla una proto-historia o una verdadera pre-historia.
Al no acceder a restos que puedan medirse, pesarse y clasificarse, la historia oficial descarta la posibilidad de una pretérita “edad de oro”, por lo cual las fuentes para el estudio de este centro primario deberán ser el mito, el folklore y la tradición.
Para los investigadores profanos, el mito es una fantasía o una simple falacia que usan los pueblos ignorantes para explicar lo inexplicable. Más allá de esto, para quienes desean investigar más allá de lo evidente, el mito debe considerarse como una verdad metafísica o trascendente, algo que no debe interpretarse en forma literal pero que –sin embargo– es cierto.
¿Qué podemos sacar en limpio de la mitología comparada con respecto a esta edad dorada y primordial? Como punto de partida y a modo de resumen, puede sostenerse:
a) La existencia de un orden arquetípico, ligado a los ciclos de la naturaleza y donde el ser humano está íntimamente relacionado a los dioses.
b) El carácter andrógino y metafísico de la humanidad primigenia.
c) La necesidad de un medio de comunicación primigenio común a todo el género humano, también conocido como “lingua adamica” o “lenguaje de los pájaros”.
d) El fin de esa época paradisíaca mediante una ruptura o una precipitación a la materia, en un evento conocido como “la caída”. Esta separación y el alejamiento gradual de este centro primordial origina una “nostalgia” del paraíso perdido que en la estructura del viaje del héroe puede ligarse con la “llamada”.
e) La existencia de una sola casta o varna original: Hamsa, llamada también “ativarna”, más allá del color o sin color.
f) La subordinación primaria de toda labor humana a arquetipos divinos y en función de la imitación de los dioses, no simplemente como un medio de supervivencia.
Todas las tradiciones hablan de un estado original del ser humano que debe ser recuperado, una re-integración, que supone el retorno a esa armonía arquetípica y a la conformación de una Fraternidad Universal supra-individual, mediante la “restauración de la sociedad primordial”.
Las fuentes tradicionales hablan de un tiempo cíclico y también aseguran que estamos en los últimos tiempos del Kali-Yuga (Edad de Hierro), por lo cual puede esperarse un regreso a la edad de oro o Satya-Yuga (Satya=Ser, Verdad) en los próximos 50, 100 ó 500 años. Sería absurdo estipular una fecha exacta cuando las cifras que manejan las escrituras sagradas siempre son simbólicas. Lo que sí es cierto es que esta humanidad alejada de su propósito aún no ha tocado fondo y esa es una condición para que comience a clarear.
Al período final del Kali-Yuga e inicio del Satya-Yuga le hemos llamado “período Z”, atendiendo a la forma geométrica de la letra Z, donde se observa una energía que ingresa y una energía que se retira, Satya que avanza y Kali que retrocede. Al no poder determinar exactamente en qué parte del proceso estamos y cuánto tiempo durará este coletazo final de la edad de hierro, podemos pensar en una “Z” más alargada o en una más corta (ver imagen). No podemos determinar en qué parte de esta transición nos encontramos pero sí es notorio que –aunque el materialismo parezca contaminarlo todo– por doquier se están conformando núcleos de resistencia, pequeñas células donde se trabaja conscientemente para un mundo nuevo y mejor.
El lector puede interpretar estas enseñanzas como una realidad histórica, como una fantasía repetida por doquier o simplemente como una hipótesis, eso no es tan importante. Lo realmente valioso es que –detrás de ella– hay un concepto escondido que es de capital importancia: hay otro mundo posible, una alternativa válida a este “sálvese quien pueda” en el que estamos inmersos.
Si podemos concebirlo, podemos construirlo.

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