jueves, 12 de marzo de 2015

El dolor en el recto camino.

EL DOLOR EN EL RECTO CAMINO

      Siempre es motivo de discusión el dilucidar si el camino del ocultista o del místico deba conllevar el sacrificio y el dolor. Muchos se inclinan por el lado del placer y la alegría como el acicate para justificar el encuentro con la luz.

      Tan pronto como una doctrina espiritual demanda disciplina, renuncia y abnegación, lo cual generalmente implica padecimiento y esfuerzo supremos, o en otras palabras el involucramiento y compromiso interno del aspirante hacia un proceso de ascesis, necesarios para domeñar por medio de la voluntad el belicoso cuerpo de deseos o cuerpo emocional mediante el servicio desinteresado hacia los demás a expensas de la felicidad e intereses
personales inclusive, inmediatamente se busca otros espacios que se acomoden mejor a sus inclinaciones naturales. Almas jóvenes son incapaces de soportar dichas cargas y prefieren doctrinas y enseñanzas más acordes con sus tendencias y temperamentos, más afines con sus necesidades y caracteres.
      Lejos de mí el criticar ni apuntar a alguien en particular por sus juicios y opiniones, pues de sobra existen frases de ese tenor, pues una actitud así no ayuda al crecimiento del espíritu, es más, creo que cada persona hace lo que mejor puede en su aventura vital. Por ello existen muchas escuelas de pensamiento y de orientación adecuadas para cada desarrollo conciencial y evolutivo. Y en cada encarnación estamos destinados a cumplir un papel determinado y a realizar un compago kármico preestablecido. Los efectos que se produzcan de la generación causal en el tiempo presente de cada vida, como respuesta al libre albedrío de cada alma y las decisiones tomadas en cualquier sentido, son tema de otra naturaleza. Por cierto que hay factores exógenos que influencian enormemente en las decisiones que tomamos y que esos influjos se escriben con antelación inevitablemente en  cada  "mandala"  o  carta astral particular; empero, es cierto también   que el ser humano es más libre y más evolucionado mientras más ejerce su voluntad para liberarse de los grilletes que las circunstancias forjan e impelen en los aposentos vitales del alma.  Y aquello demanda casi siempre dolor, oblación íntima, tenacidad y renunciación al placer y a ciertos disfrutes y privilegios propios de la realidad contemporánea consumista y utilitaria. Cuando el estudiante de la Sabiduría Profunda así lo entiende y asume, sin despreocuparse por ello de sus obligaciones y deberes en este plano como integrante activo de la sociedad en la que el destino le ha ubicado para aprender y se compromete con amor y desinterés total, entonces ese alumno acepta con afecto y alegría los frenos que se debe imponer y los desapegos que debe incorporar, por su propia voluntad, para disciplinar su ser. Se está por tanto preparado para tomar el arduo camino del Servicio a la humanidad y convertirse en un Auxiliar Invisible de la magna Obra o Plan Universal del Padre celestial en la ara del sacrifico personal diario y permanente.
 
      Se nos ha enseñado que los grandes Guías de la raza humana, al igual que los luminosos Fundadores de las Órdenes Espirituales y de Misterios Occidentales previeron hace mucho tiempo lo que iba a acontecer en esta época ultra  materialista e intelectual y sabían   que  “el orgullo intelectual, la intolerancia y la impaciencia contra las restricciones “serían  los óbices más importantes para el progreso espiritual de la aldea humana., de tal suerte que, como consecuencia y debido a la inercia moral siempre estamos apelando al discurso intelectual para tratar de escapar del verdadero sendero de la realización personal en vez del ejercitamiento del dominio interno.  
 
      No me queda duda de que los hombres irán poco a poco entendiendo que el objeto de la vida no es la búsqueda de la felicidad per se sino el encuentro con la experiencia y el conocimiento verdadero y que, como seres dotados de un espíritu eterno, como hijos de Dios que somos, nuestra real misión alcanza cotas mucho más altas que la simple búsqueda del hedonismo y de la satisfacción epicúrea de nuestros apetitos. En el ínterin, es una gran responsabilidad para aquellos que creen haber hollado un poco más lejos el Sendero, el de estar siempre prestos a dar la mano y de buscar la preparación necesaria para poder curar en cuerpo y alma a los que lo necesitan, según reza el mandato del Maestro Divino.  
 
José Mejía
Sept-2014


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