miércoles, 11 de diciembre de 2013

CELULAS



CELULAS

            En el centro de cada célula de nuestro cuerpo hay un núcleo y hay muchos millones de células en el cuerpo humano. Hay células de diferentes clases. Le célula es una organización curiosa. Instintivamente desempeña las mismas funciones que el cuerpo ejecuta en conjunto. La célula digiere alimentos y oxígeno; elimina su  desperdicio y se reproduce.

         Se ha dicho que cada célula tiene su mente propia y el núcleo de la célula bien puede corresponder al cerebro y al sistema nervioso, los que gobiernan todos los actos desempeñados, bien por instinto o por elección. La célula tiene sus hechos propios de valor y de miedo. También imita al cuerpo del que es una parte.

         Si el individuo es valiente, cada célula de su cuerpo es valiente. Si el individuo es miedoso, las células son miedosas. Las Células obran por medio de la mente subconsciente. De ahí que si educamos esta mente subconsciente, por medio de la sugestión, podemos obligar a estas células para que obren del modo que deseamos.

         La memoria subconsciente es educada por medio del hábito. Comprendiendo esto deducimos que no hay límite para las consecuencias funestas que pueden sobrevenir si insinuamos cosas erradas a la mente subconsciente. Debemos sustituir todo pensamiento bajo, con otro de orden elevado. Debemos afirmar el bien, la verdad y la belleza, donde quiera que las encontremos.

         La importancia de esta información puede verse en relación con el hecho de que para tener un cuerpo sano, cada célula debe ser sana y funcionar en forma debida. Es necesario, por lo tanto, que la persona tenga siempre la debida actitud mental.

         San pablo, el Apóstol, dijo: “Que dejéis, en cuanto a la pasada manera de vivir, el hombre viejo que está viciado conforme a los deseos del error y a renovarse en el espíritu de vuestra mente.”


ASOCIACION INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MISTICOS MAX HEINDEL
Colombres 2113 – Bº Lomas de San Martín
5.008 – Córdoba – Argentina

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Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este artículo

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