jueves, 21 de noviembre de 2013

SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA ÉPOCA DE ADVIENTO por Corinne Heline


SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA ÉPOCA DE ADVIENTO

por

Corinne Heline


La época de Adviento es conocida como tiempo de purificación y de preparación. Es la época en la que el aspirante trata de sincronizarse más plenamente con los gozos de la próxima corriente crística de la Navidad. Y, si conoce algo sobre el significado de la Iniciación Mística Cristiana, entrará con mucha más profunda comprensión en las disciplinas de la época de Adviento.

Los primeros discípulos de Cristo observaban este período como muy apropiado para recibir nuevas revelaciones desde lo alto y como especialmente propicio para su desarrollo espiritual. Se llevaba a cabo una determinada preparación para lo que ellos esperaban recibir cuando el Adviento alcanzase su hora cumbre en la Noche Santa.

En armonía con las influencias zodiacales, el Adviento tiene lugar cuando el sol está pasando por el signo de Sagitario. Éste es el signo del verdadero éxtasis del alma y de la videncia. Los antiguos devotos se referían frecuentemente al período de Sagitario como el del "Festival de la Luz", dado que es el tiempo en que la radiación de la luz crística impregna la Tierra más completamente.

El Adviento, ordinariamente, comienza el último domingo de noviembre y culmina en la áurea gloria del Solsticio de Invierno. Para un cristiano esotérico abarca tres etapas o grados que alcanzan su cúspide a las doce de la Noche Santa. Este período de preparación y progreso se refiere, no sólo a las cuatro semanas de Adviento, sino también a determinados estadios de desarrollo espiritual relacionados con estas cuatro semanas.

Durante la semana siguiente al Primer Domingo de Adviento, el trabajo es el preparatorio o de Primer Grado. También se le designa como Grado de la Anunciación. La Virgen María fue el primero de nuestra Humanidad en alcanzar el poder impartido por este Primer Grado a alguien merecedor de ello; un hecho comprendido por los primeros cristianos y que es una razón de que María ocupe un lugar tan importante en las meditaciones y ceremonias relacionadas con el Adviento.

El Grado de la Anunciación se relaciona primordialmente con el cultivo de la pureza. La mayoría de los estudiantes, sin embargo, tienen una muy leve idea sobre el significado de esta cualidad, como uno de los más importantes aspectos del desarrollo espiritual. No saben que la pureza, lejos de ser una condición estática, es una fuerza dinámica en la vida del aspirante. Cristo lo enfatizó cuando dijo: "Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios". A los iniciados de las antiguas Escuelas de Misterios se les sometía a largos períodos de prueba para el cultivo de la pureza de la mente, del alma y del cuerpo, puesto que ella condiciona a todo el ser humano, influyendo en cada pensamiento, palabra y obra.

Lo anterior explica por qué al Grado de Anunciación se le llama también Grado de la Pureza.

Una de las etapas iniciales en la purificación del cuerpo físico y del cuerpo de deseos del hombre se relaciona con el alimento. Ningún aspirante sincero puede aceptar el sacrificio de los hermanos menores del reino animal para gratificar sus apetitos corporales y su confort. Con la eliminación de la ingestión de carne se produce la sensibilización del vehículo físico. Ello da por resultado una mayor receptividad para las impresiones del alma y para la ideación espiritual. Por eso llega un momento en que los aspirantes desean alimentar sus cuerpos solamente con los frutos de la tierra, de los cuales la naturaleza provee en abundancia.

A medida que se progresa hacia la obtención del Grado de Pureza o Anunciación, el aspirante descubre, dentro de sí, una creciente fuerza para sobreponerse a los pensamientos y emociones negativas y destructivas; y, cuando éstos han sido dominados, su conciencia queda centrada en lo bueno, lo verdadero y lo hermoso. Este Grado encuentra perfecta expresión en la divina María. Su vida fue tan pura y fragante como un lirio. La contemplación de su vida es, por tanto, de un valor primordial para el cultivo de la pureza, el Primer Escalón en el Sendero del Logro.

El importante lugar ocupado por María, con relación a los Discípulos de Adviento no termina con la primera semana, sino que continúa, con cada vez más profunda significación, a lo largo del resto del período.

Con el crecimiento de la pureza, las facultades superiores de otros centros se desarrollan gradualmente. Y, cuando entran en actividad, proporcionan la capacidad para percibir los mundos celestiales y a sus gloriosos seres. Fue después de haber desarrollado María estos poderes y perteneciendo al Grado de Anunciación, cuando se hizo consciente de la siempre presente compañía de los ángeles. Tan estrecha fue su asociación con el reino angélico que fue conocida por los primeros cristianos como la Reina de los Ángeles y de los Hombres.

El Segundo Grado está, por supuesto, atribuido a la Segunda Semana de Adviento. Éste es el Grado de la Inmaculada Concepción. Aquí, de nuevo, la Virgen María aparece como la suprema encarnación de este sublime logro. Es durante este período cuando María, asistida por las huestes angélicas, se acerca a la Tierra para otorgar su bendición a toda la Humanidad. Su "Yo soy la Inmaculada Concepción" conlleva la promesa de un logro que todos los aspirantes alcanzarán un día. Cuando se ha pasado el Segundo Grado, ya no existe la muerte, y el hombre mortal adquiere la inmortalidad.

Al alcanzar este Grado, María pasó a ser el prototipo para la Inmaculada Concepción. Aquí se encuentra la razón de que una rama de la iglesia cristiana declare que, incluso el cuerpo físico de María fue trasladado a los mundos celestiales con toda la belleza y pureza que había alcanzado durante su condición terrenal.

Cuando la Humanidad, como un todo, alcance este elevado nivel de desarrollo, no habrá más enfermedades, deformidades ni desajustes, tan comunes en la raza actual; y el hombre comprobará que, realmente, fue creado a imagen y semejanza de Dios. María leyó los anales sobre lo que había de venir en edades futuras y comprobó que ella misma tenía que servir como prototipo de esa Inmaculada Concepción, que toda la Humanidad tendrá que demostrar finalmente cuando, según sus propias palabras, todo el mundo se levante y la llame bienaventurada.

El Tercer Grado, asignado a las dos semanas finales de Adviento, es el Grado del Santo Nacimiento. Aquí nos acercamos al corazón mismo de los Misterios Cristianos. Cristo vino como el supremo indicador del Camino. Lo que Él alcanzó debe ser alcanzado algún día por todos los hombres. El místico alemán Ángel Silesio lo expresó así: "Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en ti, tu alma está perdida".

Como se ha dicho, el Cristo-Niño nació en un pesebre, donde las bestias comían, porque no había habitación en la posada. Este hecho encubre uno de los más recónditos secretos de los Misterios Cristianos. La escena del pesebre, de la Natividad, simboliza el nacimiento de Cristo en el hombre. Hasta después del Grado de Purificación, el santo bebé no puede ser movido del pesebre (naturaleza inferior) para encontrar su lugar en la posada (centro craneal o naturaleza superior). La acción alquímica de este proceso consiste en elevar el fuego espinal espiritual, desde la base de la espina dorsal hasta el corazón (Jerusalén, la Ciudad de la Paz) y, desde allí, hasta la cabeza (Belén, la casa del Pan). En la escena del pesebre se representa generalmente a María y José arrodillados en adoración, cada uno junto a un ángel. Representan las fuerzas masculina y femenina, despertadas e iluminadas, en armónica interacción. Cuando estas fuerzas se entretejen, vivifican los centros craneales situados en la glándula pineal, cargada masculina o positivamente, y el cuerpo pituitario, cargado femenina o negativamente. El resultado de esta interacción es la iluminación espiritual. El tercer ventrículo, en el cerebro, que conecta las dos glándulas, se convierte en el pesebre en el cual Cristo nace y descansa. La habitación está preparada para Él en la posada. Su aura llena de tal modo todo el cuerpo que se convierte en un verdadero templo de luz. La realización del Cristo Interno por un aspirante es la triunfante consumación de la búsqueda, y la culminación del proceso evolutivo correspondiente al presente Período Terrestre.

Los pastores en el campo y los sabios que fueron a adorar al Cristo-Niño son una parte importante del proceso espiritual representado por la época de Adviento. La Biblia relata que los pastores estaban vigilando sus rebaños por la noche, cuando los ángeles se les aparecieron y les ordenaron seguir la estrella que los conduciría a Belén. Los pastores eran los aspirantes o neófitos que habían pasado por el Grado de Purificación y por ello habían alcanzado la comunión con seres de los mundos celestiales, que les dijeron que siguieran la estrella, su propio Yo Superior, hasta el lugar del Santo Nacimiento.

Los sabios de Oriente también seguían la estrella trayendo con ellos raros y preciosos regalos para depositarlos a los pies del Niño-Cristo. Estos sabios eran discípulos que habían pasado el Primero y el Segundo Grado de los Misterios Cristianos. Llegaron, pues, con sus brillantes regalos, símbolo de la esencia sublimada del cuerpo físico que, unida a las fuerzas espiritualizadas del cuerpo etérico, el cuerpo de deseos purificado y la mente espiritualizada, crea un cuerpo de luz radiante. Éste es el "dorado traje de bodas" con el que cada discípulo debe revestirse antes de entrar a la presencia de Cristo. El vaso dorado de perfume que María Magdalena colocó a los pies del Maestro, tiene el mismo significado.

Cada aspirante que holla el Sendero de los Misterios Cristianos aprende a seguir la estrella gloriosa de su propia naturaleza superior, que le guía siempre a lo largo del camino que conduce a Jerusalén y, luego, a Belén.

Como ya se ha dicho, la época de Adviento alcanza su clímax en la Noche Santa del Solsticio de Invierno. Un pensamiento-simiente para la meditación en ese tiempo es el deseo de emular a los sabios que siguieron la estrella que conduce hasta el Cristo-Niño.


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NOTA: Este tema ha sido extraído del libro “El Misterio de los Cristos”, escrito por la Sra. Corinne Heline.

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Agradecemos al Sr. César Lillo Arellano, por este artículo.

Afectuosamente, Edgardo Ceol

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