sábado, 15 de diciembre de 2012

EL SENTIDO SAGRADO Y ESOTÉRICO DE LA NAVIDAD


EL SENTIDO SAGRADO Y ESOTÉRICO DE LA NAVIDAD



LA MAGIA
El período de finales de diciembre no puede dejar insensibles a los pueblos de Occidente.  No es solamente la Navidad festejada en su aspecto vulgar y material, pues son numerosos los que de todos modos han realizado el verdadero sentido de la conmemoración del nacimiento de un Mesías, y más aún, se trata de todo el misterio que va unido al  advenimiento del Cristo Jhesú.
En el diario católico “El Voto” de Niza, Francia,  de enero 1958, se puede leer:
“La luz resplandeciente de Belén, la  fulgurante estrella de los Magos, vino en esa época de Navidad y Epifanía, a calentar nuestra fe, a orientar nuestros corazones hacia las realidades sobrenaturales de nuestra redención, a consolidar, en fin, las razones de nuestra esperanza y de nuestra caridad.”
Esa Luz de Belén encierra un gran  símbolo: en primer lugar, esa Fuerza  magnética del Lugar como epicentro predestinado a recibir la Fuerza de Arriba, simbolizada por esa “estrella” entrevista por los Magos.  “Estrella” que ha sido objeto de tantos comentarios.  Un planeta (quizás Venus), ubicado en un lugar del cielo bien especial (como un signo), un cometa indicador de un acontecimiento  importante, o sería simplemente una imagen simbólica, una representación figurada para hacer comprender que los Iniciados habían establecido un  “horóscopo”, buscando, con la ayuda de la Astrología,  el advenimiento desde largo tiempo esperado: la llegada de un Instructor.
En fin: Iniciados, Maestros, Maestría, Magisterio. . .  En una palabra: “Magia”.

El gran Arte Sagrado, la Ciencia Suprema: la “Matesis” (dominio de las tesis), el  Magisterio, la Magia, se manifestaba a plena luz y para servir de punto de partida a esa magnífica mitología cristiana.
Los 3 Magos (emblema de los 3 grandes Colegios Iniciáticos: Europa, Asia y África, se presentaron cargados de Oro, incienso y mirra.  Ese Triple Magisterio  reunido en ese lugar (el Cercano Oriente está justamente en la encrucijada de los 3 continentes),
De Alice Bailey: “De Belén al Calvario”, pág. 65 y siguientes:
"La mayoría de esos grandes Hijos de Dios nacieron en una caverna y por lo general de una madre virgen"
En el lenguaje simbólico del esoterismo, la caverna es el lugar de la iniciación…
Al estudiar esas cinco iniciaciones en el Evangelio, encontramos que dos de ellas tienen lugar en una caverna (la primera y última: Nacimiento y Resurrección), dos en la cima de una montaña (Transfiguración y Crucifixión) y la segunda iniciación, después de la cual Cristo comenzó su ministerio público, ocurrió en un río, en las llanuras del Jordán.
Respecto a la designación del 25 de  diciembre, Williamson afirma que: … se dice que ha habido 136 fechas distintas,  establecidas por las diferentes sectas cristianas…  El asunto fue definitivamente decidido por el Papa Julio en el año 337 d.C.”
Esta es una fecha cósmica en sus              implicaciones.  Dice Annie Besant que:  la deidad siempre nace en el solsticio de invierno, después del día más corto del año, en la medianoche del 24 de diciembre, cuando el signo de Virgo asciende sobre el horizonte, nace siempre de una virgen, que permanece virgen después de haber dado a luz a su Hijo  Sol, como la Virgen celestial permanece inalterable y sin mácula cuando el Sol surge de ella en los Cielos. 
En la época del nacimiento de Cristo, Sirio, la estrella de Oriente, estaba sobre el meridiano, y Orión, llamado por los astrónomos orientales “Los Tres Reyes”, se encontraba en sus   proximidades; en consecuencia, la constelación de Virgo, la Virgen, se  elevaba en el Este y la línea de la                eclíptica, la del ecuador y la del  horizonte, se unían todas en esa  constelación.  La estrella más grande y brillante de la constelación de Virgo, se llama Spica (Espiga), representada por la espiga de trigo (signo de fertilidad), que sostiene la Virgen zodiacal.  Belén significa “casa del pan”, existiendo, por lo tanto, una relación evidente entre los dos términos.  Esta constelación está  formada por tres estrellas en forma de copa; éste es el verdadero Santo Grial, que contiene la sangre de la vida, el custodio de lo más santo y sagrado, lo que encierra la divinidad.  He aquí los hechos astronómicos.  La interpretación del  simbolismo atribuido desde muy antiguo, es algo tan viejo como la religión misma.
En la caverna de la iniciación están simbolizados, con claridad, los cuatro reinos de la naturaleza.  En su estructura rocosa aparece el reino mineral.  El  forraje y el heno simbolizan el reino vegetal.  El buey y el asno representan la naturaleza animal, pero también mucho más que eso.  El buey representa la forma de adoración que debía cesar al venir el Cristo; aún muchos adoraban al toro, culto que prevaleció en la época cuando nuestro sol pasaba por la Era de Tauro, el Toro conservado en ese entonces en los Misterios de Mitra y de Egipto.  El signo que precedió inmediatamente antes de la Era cristiana o de Piscis, fue Aries, el Carnero o Cordero, simbolizado en los  rebaños de ovejas que rodeaban a Belén.
El asno está íntimamente vinculado a la historia de María y su Hijo; dos se  mencionan en el Evangelio, uno que viene del norte llevando a María a Belén, y otro la lleva a Egipto.  Simbolizan las dos constelaciones llamadas Asno Septentrional y Asno Meridional, que se encuentran en las inmediaciones de la constelación de Virgo.

De: Navidad y Pascua en la Tradición  Iniciática, (páginas 11 a 24) por Omraam Mikhael Aivanhov:
Hay cuatro fiestas cardinales en el año: Navidad, Pascua, San Juan y San Miguel, no por casualidad ni por conveniencia religiosa, sino porque corresponden a fenómenos cósmicos.  En el transcurso del año, el Sol pasa por cuatro puntos  cardinales:  equinoccio de primavera,  solsticio de verano, equinoccio de otoño y solsticio de invierno; durante ellos, se produce en la naturaleza gran afluencia y circulación de energías, que influyen sobre los seres que la pueblan: plantas, animales, humanos.  Si una persona está atenta, se prepara y se pone en armonía para recibir estos efluvios,, pueden  producirse en él grandes  transformaciones.

La tradición cristiana relata que Jesús nació el 24 de diciembre a medianoche.  El Sol ya ha entrado en la constelación de Capricornio, que se relaciona con montañas y grutas; al acercarse el invierno, muchos trabajos, humanos en la naturaleza, se detienen, los días se acortan, las noches se alargan; es tiempo de meditación, de recogimiento, lo que nos permite penetrar en las profundidades de nuestro ser, y elaborar las condiciones requeridas para el nacimiento del Niño.
… Dejemos de lado el saber si Jesús nació verdaderamente un 25 de diciembre a medianoche.  Lo que interesa es que en esta fecha tiene lugar en la naturaleza el nacimiento del principio crístico, esa luz y calor que van a transformarlo todo.  En el Cielo también se celebra esa fiesta: los Ángeles cantan y todos los Santos, los grandes Maestros y los Iniciados se  reúnen para orar, para dar gloria al Eterno y festejar el nacimiento del Cristo, que nace realmente en todo el universo.
Y durante este tiempo, en la tierra, ¿dónde está la gente?  En clubes nocturnos, donde comen, beben y están de juerga para festejar el nacimiento de Jesús…  ¡Qué mentalidad!  … …  En vez de ser consciente de la importancia de un  acontecimiento que no se produce sino una vez cada año, cuando toda la naturaleza está atenta para preparar la nueva vida, el humano tiene la cabeza en otra parte.  Por eso no recibe nada: al  contrario, pierde la gracia y el amor del Cielo.  ¿Qué puede dar el Cielo a quien permanece insensible a esas corrientes divinas?  El discípulo, en cambio, se prepara: sabe que en la noche de Navidad, Cristo nace en el mundo en forma de luz, calor interno y vida, y prepara las condiciones para que el Niño divino nazca así. 
… Además de un acontecimiento histórico, es también un acontecimiento cósmico y místico.
Pocos piensan en trabajar, en estudiar, en hacer esfuerzos para merecer que Cristo nazca  interiormente en cada uno…
De: The Occult Christ – Angelic Mysteries and the Divine Femenine, por Ted Andrews, del capítulo 8: The Rite of the Winter Solstice.
Ésta es una época asociada frecuentemente al Cristianismo moderno, pero su significado ha sido celebrado de muchas maneras a través del mundo.  El solsticio es el momento cuando el Sol  inicia su retorno al hemisferio Norte; es el día más corto del año, a partir de aquí el Sol irá recuperando su brillo cada día a través del invierno.  En Egipto y Asia, el solsticio de invierno era un tiempo de  celebración, un festival relacionado al triunfo del Sol sobre las tinieblas, cuando la luz vencía a la oscuridad en la Tierra.  Es la luz del potencial interno – Lo Divino Femenino.  Hanukkah, el Festival Hebreo de las Luces, y la Navidad celebrando el nacimiento de Jesús, son dos fiestas modernas que reflejan las antiguas celebraciones de esa fecha.  Es el antiguo rito del renacimiento de Lo Divino  dentro de los fuegos de la Diosa Madre. 
Se trata de una época más   apropiada para volvernos a la vida interior y afinarnos con los ritmos místicos puestos en acción en el solsticio de invierno. Desafortunadamente, nuestra sociedad ha alimentado una costumbre de participación en continuas reuniones y celebraciones públicas.  Es algo contrario a los ritmos y energías de esta estación:
1. Las energías en juego sobre la Humanidad estimulan la introspección y facilitan estados meditativos de despertar interno, a lo cual se le debiera dedicar  suficiente tiempo.
2. Esas energías presentan oportunidades para activar las semillas de los potenciales internos que desearíamos desarrollar.
3. Es el tiempo de meditar sobre el milagro de ese abrazo del Cielo y la Tierra, acoplados en la noche oscura para dar a luz una vida nueva.
4. Es un tiempo que brinda a cada persona las oportunidades para encender la luz que brilla por siempre en medio de la oscuridad.
Durante ese período del año, toda la  jerarquía angélica se acerca a la Tierra y sobre ella derraman su fuerza espiritual.  Encauzada por Gabriel, el arcángel de la ternura, misericordia y amor, esta fuerza trae una expansión de conciencia más allá de los límites del mundo físico para quienes han aprendido a sintonizarla.  Es la oportunidad para desarrollar el Amor como un poder presente en nuestras vidas…
… Para el estudiante de los Misterios Crísticos, estas energías le abren las  puertas hacia el acercamiento a la Jerarquía Angélica.  Para los de mente y corazón dedicados a ello, diciembre es un mes de gozo y apertura a la luz angelical. 
Los Doce Días de la Navidad.  A cada día le corresponde un Apóstol que trabaja por la Humanidad junto con el grupo de la Jerarquía Angélica de cada signo zodiacal. 
Diciembre 26: Aries.  James, hermano de Juan.  Se enfoca la energía hacia el liderazgo espiritual y a nuevos niveles de discipulado.  Para armonizar con la  energía del día, meditar en Apocalipsis 21:5, “Entonces dijo el que está sentado en el trono: “Mira, que renuevo todas las cosas.” 
Día 27: Tauro.  Andrés.  Enfocarse en la humildad.  Meditar en Juan, I Epístola, 4:16, “Quien permanece en el amor, permanece en Dios.” 
Día 28: Géminis.  Tomás.  Trascender la duda para manifestar el verdadero poder del Cristo. “Serénate y reconoce que soy tu Dios” (Salmos.) 
Día 29: Cáncer.  Nataniel.  Desarrollar la mística libre de decepciones.  “Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros” (Juan, Epístola I:7. 
Día 30: Leo.  Judas y/o Matthias.  El poder transformador del amor.  “La caridad (amor compasivo) es la ley en su plenitud” (Romanos 13:10.)
Día 31: Virgo.  James el Justo.  Pureza de carácter y desprendimiento.  “El mayor entre vosotros será vuestro servidor” (Mateo 23:11.)
Enero 1: Libra.  Judas.  La belleza que subyace en todas las almas y personas, sin considerar la apariencia externa.  “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32.)
Enero 2: Escorpio.  Juan el Discípulo Amado.   Energías de transmutación.  “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8.)
Enero 3: Sagitario.  Felipe.  Desarrollar las más elevadas cualidades de la mente crística.  “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14.)
Enero 4: Capricornio.  Simón hermano de James y Jude.  Despertar la energía que cambiará la renuencia en una completa dedicación.  “Que el Cristo se forme en vosotros”  (Gálatas 4:19.)
Enero 5: Acuarius.  Mateo.  Despertar las energías que nos asisten para renunciar al mundo físico para lograr la iluminación espiritual.  “Vosotros sois mis amigos” (Juan 15:14.)
Enero 6: Piscis.  Pedro.  Invocar la  fortaleza que nos permita que las energías femeninas despiertas se hagan una  fundación sobre roca firme en nuestra vida. “Creó pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó”  (Génesis 1:27.)

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