viernes, 26 de noviembre de 2010

EL AUTOCONOCIMIENTO ( IV )



EL AUTOCONOCIMIENTO ( IV )


“Quienes anhelan conocer verdades espirituales han
de buscar la luz en su interior, pues no la obtendrán
por ceremonias externas. Únicamente cuando en sí
mismos hayan encontrado a Cristo serán
cristianos.”.
(Carta de los Maestros Rosacruces Nº V “Los Adeptos”)



Se han escogido para comentar las siete Cartas Rosacruces publicadas
oportunamente en “Ray from de Rose Cross” (Rayos de la Rosacruz),
según la traducción castellana adoptada por Editorial Kier S.A. Los
Hermanos Mayores reiteradamente insisten en la tarea que debemos efectuar, dentro de nosotros mismos pero como ellos integran una Fraternidad diseminada en distintas partes del mundo, para ayudar a la Humanidad, las sugerencias que formulan en el fondo
son las mismas a través de los tiempos y provenientes de distintas Escuelas de
Misterios. Trataremos de comentar algunas valiosas Reglas que Adeptos hicieran
públicas oportunamente, sin conocerse sus autores, dejando aclarado que las
interpretaciones pueden variar de acuerdo a los criterios individuales y por
supuesto no por ello han de ser contradictorias. Algunas Reglas son las
siguientes:

Antes que los ojos puedan ver deben ser incapaces de llorar
A menudo se dice que los ojos son la ventana del alma y podríamos agregar
que ser incapaz de llorar significaría haber superado la común y natural reacción
de verter lágrimas ante simples motivaciones que afectan nuestra naturaleza
humana haciéndonos perder el equilibrio. Esto no significa dureza de corazón o
indiferencia, que son propias de la persona necia o egoísta. Tampoco es el fin de
la vejez porque las cuerdas que nos hacen vibrar se han gastado. Ninguna de
estas condiciones es propia de un serio aspirante espiritual ni tampoco de una
persona que aspira a conservar un saludable equilibrio. Ante el dolor que tan a
menudo nos saca de quicio, a los fines de que el mismo nos encamine hacia el
autoconocimiento, es aconsejable no caer en una injustificada desesperación
porque con harta frecuencia el problema que debemos afrontar es de menor
trascendencia de lo que suponíamos o imaginábamos y no es razonable que nos
afecte en tanta demasía. Suele decirse que “nadie sabe lo que es malo y lo que
es bueno” porque nuestra escala de valores está hecha en base a parámetros
muy relativos y a menudo inconsistentes. Una enfermedad puede significar el
comienzo de una nueva vida porque nos ha hecho variar nuestra forma de pensar
o de sentir. Lo prudente es observar y entrar en contacto con el hecho que nos
perturba intentando encontrarle las relaciones que puede tener con nuestra
conducta o con hechos en los cuales hemos intervenido. Todo tiene su razón de
ser y lo trascendente, en lugar de buscar responsables externos, es apreciar el
grado de responsabilidad que nos cabe en cualquiera de los hechos en que
intervenimos.

Antes que el oído pueda oír debe haber perdido la sensibilidad
Así como dijimos que los ojos son las ventanas del alma, podríamos decir que
los oídos son sus puertas porque por allí penetra todo lo que ocurre en el mundo
exterior. Indudablemente a menudo lo que llega nos hace reaccionar a cada uno
de distinta manera. Cuando alguien nos halaga la reacción puede ser de
aceptación animosa y amigable pero cuando nos señala algún defecto personal o
alguna culpa eso nos crispa y nos molesta en demasía. El comportamiento de las
personas que nos rodean es indudablemente el espejo en el cual vemos reflejado
nuestro carácter. Si somos modestos y reflexivos lo prudente es escuchar en
silencio lo alabatorio o condenatorio, sin reaccionar para responder en su debido
momento con el mayor equilibrio posible, lo cual dará lugar a que nos
conozcamos más profundamente. Eso nos permitirá limar nuestro egocentrismo,
que es la ancestral enfermedad que padecemos todos los seres humanos en
mayor o menor medida y sobre todas las cosas puede hacernos posible iniciar
una nueva vida porque al que comienza a ser dueño de sí mismo no le perturban
los halagos ni críticas. Recién entonces comienza a manejar su destino. Este es
el mensaje que nos brindan los Maestros Rosacruces a través de las cartas que
estamos intentando comentar. (Continuaremos con el tema dentro de tres
semanas).

Pedro S. Tavacca
(tavacca.pedro@gmail.com)

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