jueves, 26 de agosto de 2010

SABIDURÍA E ILUMINACIÓN INTERIOR - III - por RODOLFO WALDO TRINE


SABIDURÍA E ILUMINACIÓN
INTERIOR - III

Del libro: EN ARMONÍA CON EL INFINITO por RODOLFO WALDO TRINE



De aquí podríamos colegir algunos hechos relacionados con el
sueño, es decir, con las enseñanzas e iluminaciones que recibimos
mientras durmiendo estamos.

Durante el sueño queda el organismo físico quieto y en reposo,
aunque el alma y sus potencias continúan en completa actividad. El
sueño es una providencia natural para la restauración del cuerpo y
reparo de las pérdidas sufridas durante la vigilia. Es el gran reconstructor
de la naturaleza. Si al cuerpo no se le da suficiente descanso para que
el reposo compense el desgaste, se irá deprimiendo y debilitando poco
a poco hasta el punto de que cualquier enfermedad o dolencia se aposente
fácilmente en él. Por esta razón, los propensos a constiparse se
resfriarán más fácilmente cuando estén faltos de sueño que en otra
ocasión cualquiera, pues entonces queda el cuerpo mucho más expuesto
a las exteriores influencias morbosas que cuando se halla en
condiciones normales. Y siempre es mayor esta influencia en los órganos
más débiles.

Nos ha sido dado el cuerpo para más altos fines de los que ordinariamente
lo empleamos. Esta verdad se muestra especialmente en
los numerosos casos en que el cuerpo domina a su proletario. En el
grado en que lleguemos a la actualización de las más poderosas facultades
mentales y espirituales, en el mismo grado será el cuerpo por
la influencia de ellas sobre él, menos grosero y pesado, más delicado
en su forma y estructura. Y al hallar la mente un reino de gozo en sí
mismo y en la alteza de las cosas que con ellas se relacionen, no
requerirá los bastos placeres de la gula ni otros de semejante índole.

También morirá en él la desordenada apetencia por los manjares de
esta carne, bebidas alcohólicas y demás estimulantes de las pasiones
que excitan el organismo en vez de repararlo, y no dan al cerebro
vigor, fortaleza y serenidad. En el grado en que el cuerpo sea menos
grosero y torpe y más delicado de forma y estructura, se desgastará
menos y reparará más prontamente sus pérdidas, convirtiéndose en
equilibrada condición sin necesidad de tanto reposo. Y lo mismo que
decimos respecto a un organismo delicado, puede decirse tocante a
otro de diferente idiosincrasia. A medida que por este medio aumente
la delicadeza del cuerpo, es decir, a medida que de ésta suerte se
acelere el proceso de su evolución, auxiliará en cambio a la mente y al
espíritu en la obtención de siempre más elevadas percepciones. Así
el cuerpo será sostén del alma y el alma del cuerpo. Ambos se auxiliarán
en armónica correspondencia.

Esto fue indudablemente lo que pensaba Browning al decir: “Exclamemos:
todo lo bueno os pertenece. El alma sostiene al cuerpo en
proporción en que el cuerpo sostiene al alma”.

Por lo tanto, el sueño es necesario para el reposo y reparación
del cuerpo. El espíritu no necesita reposo, y cuando el cuerpo duerme
y descansa, el espíritu está tan activo como cuando el organismo funciona
en plena vigilia.

Algunos profundos escudriñadores de la actuación psíquica dicen
que viajamos mientras dormimos, y que hay quien es capaz de
recordar y aprovechar de los lugares visitados, de los sucesos
translúcidos, y de las advertencias recibidas. Muchos no son capaces
de ello y así pierden lo que ganar pudieran. Porque, según aquellos
afirman, está en nuestro poder y en proporción al conocimiento que de
las leyes tengamos, el ir donde queremos y obtener para la conciencia
vigílica las enseñanzas adquiridas durante el sueño. De todos modos,
lo cierto es que mientras dormimos podemos recibir en sueños útiles
enseñanzas y acrecentar nuestra valía de una manera perfectamente
normal y natural, como no le es dable a la muchedumbre sumida en el
error.

Si la vida del alma que con Dios nos relaciona está en actividad
perpetua aún cuando repose el cuerpo, ¿Por qué durante el sueño no
ha de recibir la mente las luces del espíritu y conservarlas durante la
vigilia?

Verdaderamente así puede hacerse y así lo hacen algunos con
provecho. Muchas veces nos llegan por este camino las más elevadas
inspiraciones del alma, como parece más natural cuando cesa toda
comunicación con el mundo exterior. Todos podemos experimentar
que si al ir a la cama nos proponemos despertar a determinada hora,
es posible despertar sin mucha diferencia. Además, con frecuencia
hallamos durante el sueño la solución de problemas o negocios difíciles,
buscada en vano durante la vigilia.

Una conocida periodista compuso de este modo un extenso artículo,
y con frecuencia recurría a este agente de inspiración. Una mañana
le pidió al redactor en jefe con mucha premura un artículo que
requería extraordinario cuidado en la redacción, y completo conocimiento
de los hechos; pero el asunto era nuevo para ella y apenas
sabía de él, pues, todos sus esfuerzos para informase habían sido
infructuosos.

Sin embargo, puso manos a la obra y parecía como que le faltaban
las fuerzas y el fracaso era inminente, cuando, ya casi desesperada,
resolvió reconcentrarse en su interior y confiar el asunto a la mente
a fin de recibir inspiración durante el sueño, quedándose profundamente
dormida hasta la mañana siguiente. Lo primero que al despertar
acudió a su mente fue el trabajo de la tarde anterior; y después de
algunos momentos de concentración parecióle que el artículo estaba
ya escrito en su mente. Levantóse y sin vestirse tomó la pluma y
transcribió sus ideas al papel como si en vez de escritora hubiera sido
su propia amanuense.

Asimismo, si de propósito enfocamos la mente en cualquier otro
asunto por el estilo, acabará por darnos la esperada solución. Y puesto
que durante el sueño sólo está el cuerpo en reposo y persiste la
actividad del espíritu, si damos a la mente determinada dirección mientras
durmamos, podremos aplicarla al punto conveniente y llevar a
nuestra conciencia los resultados de su actividad. Algunos serán capaces
de obtener muy pronto tales resultados; para otros será cuestión
de tiempo, porque los contínuos y perseverantes esfuerzos robustecerán
esta facultad.

Entonces, por virtud de la ley de atracción a que obedecen las
fuerzas mentales, y puesto que la mente está en constante actividad,
podremos atraer hacia nosotros, aunque durmamos la influencia de lo
que en nuestra mente estaba antes de que el sueño nos venciera por
este medio podremos recibir las influencias que nosotros mismos escojamos,
y, por consiguiente, lograr grandes ventajas durante el sueño.

En cierto modo, las facultades psíquicas son mucho más delicadas
y agudas durante el sueño que durante la vigilia. De aquí la necesidad
de tener muchisimo cuidado en la índole de pensamientos que
al dormirnos ocupen nuestra mente, pues recibiremos los efectos de
los que por nuestra propia voluntad atraigamos. Los tenemos completamente
en nuestras manos.

Por el grado de receptividad durante este período seremos capaces,
mediante el conocimiento y cumplimiento de la ley, de acrecentar
nuestra valía mucho más rápidamente que cuando los sentidos
corporales se abren completamente al mundo que nos rodea. Muchos
podrán ejercitarse en algo parecido a lo siguiente: Cuando desees
luces o enseñanza sobre determinado asunto que tu prudencia y lealtad
te dicten como beneficioso para ti, como por ejemplo, una regla de
conducta que te sea dudosa, colócate en pacífica y benevolente actitud
hacia todas las cosas, y en tal estado ponte en condición armónica
y atrae a tu vez del mundo exterior las mismas condiciones de paz y
benevolencia.

Puesto en ellas, rodeado de calma, paz y sosiego, manifiesta tu
vivísimo deseo de luces y enseñanzas y desecha de tu mente todo temor
y preocupación porque “en quietud y en confianza será vuestra
fortaleza” (Isaías 30:15). Con ánimo expectante cree firmemente que al
despertar obtendrás los deseados efectos. Y cuando despiertes, antes
de que cualquier pensamiento o influencia del mundo exterior pueda
solicitar tu actividad, permanece, atento por breve rato a la voz de la
intuición, y al oírla claramente manifiesta, escúchala y haz sin demora lo
que te diga. Y en el grado en que tal hagas, en el mismo grado se
vigorizará en ti la facultad de hacerlo.

Por consiguiente, si con desinteresado propósito deseas desenvolver
y vigorizar alguna de tus facultades o acrecentar la salud y robustez
de tu cuerpo, dispón tu ánimo y sugestiona tu mente en armonía con
tus particulares necesidades o aspiraciones. Así abrirás todo tu ser a
ellas y te relacionarás con ellas y pondrás en acción dentro de ti aquel
orden de facultades mentales que produzcan los apetecidos efectos.

No temas invocar tus anhelos, pues de este modo actualizarás vibratorias
fuerzas que saliendo al exterior dejarán sentir sus efectos y juntándose
con los de otras fuerzas que realizarán tus anhelos. Nada bueno le será
negado a quien viva en armonía con las leyes y fuerzas superiores. No
habrá anhelo que no satisfaga a quien conozca y sabiamente emplee
las facultades de que esté dotado.

Si al dormirnos enviáis pensamientos de amor, benevolencia, paz
y armonía hacia todas las cosas, vuestro sueño será más sosegado y
tranquilo, y sólo por ello se robustecerán facultades físicas, mentales y
espirituales. Así os relacionaréis con todas las fuerzas que en el universo
engendran paz y armonía.

Un amigo mío, muy conocido por sus trabajos antropológicos, me
contó que muchas veces se despertaba de pronto a medianoche y como
relámpago de inspiración iluminaba su entendimiento el plan que había
de seguir en sus trabajos, revelándose claramente los procedimientos
de éxito feliz en cuanto permanecía en sosiego interior y completamente
abierto a la inspiración que de lo alto le llegaba. De este modo pudo
realizar con éxito completo muchos proyectos que de otra manera hubieran
sido irrealizables y que maravillaron verdaderamente a la gentes.

Este mi amigo es un hombre muy sensible, que vive en completa armonía
con las leyes superiores, entregado por entero y sin restricción alguna
a los trabajos que se ha propuesto. Cómo y de dónde le llegan aquellos
relámpagos de inspiración, lo ignora; pero aunque tal vez nadie siga
su ejemplo, a pesar de comprenderlo, conviene saber por lo menos
cuánto necesitamos saber: que recibe estas inspiraciones quien vive en
armonía con la ley de Dios y la obedece.

Visiones e inspiración de orden supremo recibiremos en el grado
en que nos pongamos en debidas condiciones para recibirlas. Dijo uno
que profundizó esta materia:

“Recibir esta educación espiritual, mientras duerme el cuerpo es
un hecho perfectamente normal y ordenado, que ocurrirá definitiva y
satisfactoriamente en la vida de todos nosotros si atendiésemos más a
los internos y menos a los externos estados de ficticia y supuestas necesidades
...

Nuestros pensamientos nos hacen tales como somos; y son a menudo
más activos de noche que de día, pues cuando no dormimos para
el mundo exterior, podemos más diligentemente despertar al mundo
interior, porque el mundo invisible es un lugar substancial cuyas condiciones
regulan completamente los estados mentales y espirituales. Cuando
no derivamos las enseñanzas de los conductores externos de información,
las recibimos por los internos de percepción; y cuando comprendemos
esto debidamente, se generaliza la costumbre de entregarnos
al sueño con la mente puesta en los objetos que deseamos conocer.

Faraón y su copero y panadero sueñan pero José es verdadero
vidente, que sueña y sabe interpretar los sueños”

Mas, ¿por qué no puede el Faraón interpretar los sueños y por
qué fue José el tipo del verdadero vidente? ¿Por qué no solo soñaba
sino que interpretaba sus propios sueños y los de los demás? Sencillamente
porque leía en su vida y en la de los otros. Quien contempla lee.

En todo verdadero poder está la vida que lo manifiesta. Y en el grado en
que así vivimos, alcanzamos no sólo el supremo poder y gozo para
nosotros mismos, sino que podremos ser elemento utilísimo para el
mundo. Nadie permanece en inferior estado más tiempo del que él mismo
quiere, y desde el momento en que quiera permanecer por más
tiempo, no habrá en el universo fuerza capaz de impedírselo. Cada cual
puede elevarse hasta donde él mismo elija, y en cuanto lo intente, todas
las fuerzas del universo concurrirán a guiarle.

Al despertar del sueño y volver a la vida de vigilia, nos hallamos en
peculiar disposición de receptividad efectiva. Han estado interrumpiendo
por algún tiempo las relaciones con el mundo material, y la mente,
más desembarazada y libre, es como placa fácilmente impresionable.

Por esta razón muchas veces experimentamos, durante las primeras
horas de la mañana, las más puras y nobles sensaciones, antes de
que nos lo estorben las exigencias del trabajo diurno, y así hacen
muchos su mejor tarea en las primeras horas del día.

Pero esto tiene también su valor en la vida cotidiana. La mente
es al despertar como una hoja de papel blanco y podemos aprovecharnos
ventajosamente de este sosegado y receptivo intervalo, para
dirigir la mente por seguras vías y lograr la cotidiana paz.

Cada amanecer es como un nuevo principio, de todas las cosas, y
pudiera decirse que empezaron a vivir, pues tenemos enteramente en
nuestras manos la vida de aquel día. Y cuando la mañana llega con su
renovadora resurrección de la naturaleza, debiéramos dejar para siempre
atrás todos los ayeres. No basta saber cómo la vida de ayer ha determinado
en nosotros la de hoy. Y cuando otra vez vuelva el mañana con su
renovadora resurrección de la naturaleza, todas las mañana debieran ser
mañanas por las cuales no nos preocupáramos, pues nos basta saber
que nuestra vida de hoy determina la de mañana.

“Cada día es un nuevo comienzo. Cada mañana aparece el mundo
como creado de nuevo. ¡Oh! tú gimes bajo el peso de tus culpas y tristezas,
ahí tienes una esperanza para ti; una esperanza para mí y para ti”.

“Pasadas están las cosas pasadas, las acabadas labores y las lágrimas
vertidas. Deja que el ayer cubra los errores de ayer, porque las heridas
de ayer, su escozor y hemorragia sanaron con la medicina que vertieron.

Dejémoslos, ya que no podemos borrarlos ni desvanecerlos. ¡Dios
en su gran misericordia los perdonará! Sólo es nuestro el nuevo día. El
hoy es nuestro; sólo el hoy. Allí están los cielos de esplendor bruñidos; allí
está la muerta tierra renacida; los cansados miembros revuélvense ligeros
de cara al sol y participan con la mañana del bautismo de rocío y de la
frescura del alba. Cada día es un renovado comienzo. Escucha ¡Oh! alma
mía, los alegres cantos y desecha pasadas tristezas, viejos pecados, angustiosos
presagios y posibles penas. Toma aliento con el día y recomienza
tu tarea”.

Y recomiénzala a las primeras horas del nuevo día, con todas sus
glorias y riquezas, con sus sublimes y eternamente determinantes posibilidades
y házlo así a cada hora siguiente, en cuanto llegue, pero no antes
de que llegue. Este es el secreto de la formación del carácter. Por este
sencillo método podrá llegar quien quiera a la más alta vida que cabe
concebir, pues nada hay que por él no pueda realizarse, como quiera,
donde quiera y cuando quiera. Todos podemos alcanzar esta vida, porque
en las posibilidades de todos está el alcanzarla y nadie hay que, al
menos durante una hora, no pueda elevarse a tan alta vida si ardientemente
lo anhela. Pero aun si con ahínco se esfuerza en elevarse a la vida superior,
actuará en él la ley según la cual cada cosa engendra su semejante
y lo capacita para irse acercando de hora en hora a ellas hasta que sin
ulterior esfuerzo llegue a ser su natural y ordinaria vida.

De este modo se llega al amor y alianza con lo supremo y óptimo del
universo; y por consiguiente, lo supremo y óptimo del universo; llega a
estar también en alianza y amor con quien tan alta cumbre alcanza.

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461 - JOYAS ESPIRITUALES - 11/00 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY

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